La finalización del ciclo de estudios secundarios se observa como un momento de transición para el joven tras del cual es necesaria una toma de decisiones que implique la búsqueda de nuevas perspectivas de crecimiento y desarrollo personal. En la indagación de alternativas, el ingreso al ámbito universitario generalmente es observado como una de las opciones de mayor relevancia con la espera por parte de los adultos de un panorama definido y seguro respecto a planes de preparación y desarrollo académico, como posibilidad de estabilidad económica en el futuro. 
 
En dicho contexto, la orientación vocacional surge como recurso de guía y apoyo a los jóvenes en la elaboración de un proyecto de preparación universitaria, para lo cual se involucra la participación de un especialista que escucha al joven buscando definir y caracterizar una problemática, rastreando los sentidos posibles para él como consultante, y acompañando en el proceso de elección y en la preparación psíquica ante los cambios.  (Müller, 1997).  
 
Además de estar referida a la transición educación secundaria - superior, la orientación se presenta como un servicio para los jóvenes que consideran cambios en la ejecución de estudios técnicos o universitarios, con el replanteamiento de la opción de carrera elegida inicialmente al vincularse al ámbito universitario.  
 
Según cifras oficiales del MEN, se da una deserción del 45% en la educación superior y uno de los tres principales determinantes para dicha deserción es la deficiente orientación profesional.