Este curso busca capacitar a los participantes para comprender críticamente la IA desde una perspectiva ética y teológica, proponiendo caminos concretos para responder a sus desafíos desde el magisterio de la Iglesia.

En un mundo cada vez más moldeado por la inteligencia artificial, resulta fundamental comprender no solo su funcionamiento y aplicaciones, sino también su impacto en la vida humana y en las estructuras sociales. La IA no es solo una herramienta tecnológica; es un fenómeno que reconfigura la forma en que nos relacionamos, trabajamos y tomamos decisiones, lo que exige una reflexión ética profunda sobre su desarrollo y uso.  

En este contexto, la Algorética surge como un marco que integra los avances científicos y tecnológicos con principios éticos y teológicos, asegurando que la IA se oriente hacia el bien común y la dignidad humana. Inspirada en la Rome Call for AI Ethics, la Algorética busca que los sistemas algorítmicos respeten la libertad, la justicia y la transparencia, evitando la exclusión y el abuso de poder.  

A lo largo de la historia, la Iglesia ha sabido dialogar con el progreso científico y tecnológico, ofreciendo criterios de discernimiento que armonizan la innovación con la ética y la espiritualidad. Frente a la revolución de la IA, este diálogo es más urgente que nunca, ya que su influencia abarca desde la economía y la política hasta la educación y la vida cotidiana.  

Este curso no solo proporciona herramientas para comprender la inteligencia artificial y sus implicaciones, sino que también invita a una reflexión crítica sobre su impacto en la dignidad humana y las relaciones sociales. A partir de esta comprensión, se busca formular principios teológicos y éticos que orienten su desarrollo y aplicación, promoviendo un uso responsable que favorezca la inclusión, la justicia y el bienestar de la sociedad.  

Explorar la Algorética no es solo un ejercicio académico, sino un compromiso con la construcción de un futuro en el que la inteligencia artificial sea aliada del ser humano y no un factor de deshumanización. La transformación social que necesitamos no vendrá solo de la tecnología, sino de nuestra capacidad para dotarla de sentido, orientándola hacia un horizonte de fraternidad y justicia.