1. Mo Yan -  Nobel 2012 – China, 17 de febrero de 1955
Su juventud coincidió con la “Revolución cultural” (1966-1976), período histórico que obligó a varios jóvenes como él a interrumpir sus estudios para demostrar su espíritu comprometido con la Revolución. Sin embargo, dentro de este joven bullían múltiples historias que pedían ser contados. En ningún momento abandonó la idea de escribir, de manera que se contaba a sí mismo las historias. En esos tiempos oscuros para la escritura y la lectura más convenía guardar silencio, de modo que el joven Guan Moye adoptó el apodo de “Mo Yan” que en mandarían significa “no hables”. Trabajó en distintos lugares antes de enlistarse en el Ejército Popular de Liberación. Al tiempo que hizo carrera militar, logró educarse y escribir sus primeras historias. Se le otorgará el Nobel porque «combina los cuentos populares, la historia y la contemporaneidad con un realismo alucinante». Una de sus influencias ha sido la narrativa de Gabriel García Márquez. Sus novelas más conocidas son Sorgo rojo (1987), Las baladas del ajo (1988), La república del vino (1992), Grandes pechos, amplias caderas (1996) y El suplicio del aroma del sándalo (2001), entre otras.

2. Alice Munro - Nobel 2013 – Canadá, 10 de julio de 1931
Desde pequeña fue voraz lectora y empezó a escribir sus primeros relatos en su cabeza, de camino a la escuela. Con el tiempo, dio muestras de su talento literario y obtuvo una beca para cursar estudios universitarios en Filología Inglesa y Periodismo. La vida de Alice se parecerá bastante a la de sus protagonistas mujeres, siempre marcadas por el amor, el dolor, la alegría, la tristeza, pero siempre en buscan de su liberta e independencia, aunque tocara pagar un alto precio por ello. Desde los tranquilos poblados hasta las grandes ciudades del Canadá, las mujeres que protagonizan los cuentos de Alice Munro son intrépidas, voluntariosas y genuinas. Entre sus libros se encuentras ¿Quién te crees que eres? (1978), Las lunas de Júpiter (1982) y Demasiada felicidad (2009), entre otros. Hoy se la conoce como “La Chéjov canadiense”. 

3. Kazuo Ishiguro - Nobel 2017 – Japón, 8 de noviembre de 1954
Debido al trabajo de su padre, dejó su país a los seis años para trasladarse a Londres. Allí, Ishiguro adopta la nacionalidad británica, pero nunca olvidará Japón, lugar para él mágico que tratará de conservar intacto en su corazón e imaginación. Ishiguro mostró verdadero amor hacia música y, más adelante, hacia la escritura. Al no conseguir cumplir su sueño de convertirse en músico famoso, en 1978 obtuvo un Master en Escritura Creativa concedida por la Universidad de East Anglia. Como tesis de grado, escribió una poética y singular novela llamada Pálida luz en las colinas, donde dibujó su Japón antes de que se desvaneciera en sus recuerdos de infancia. La escritura de Ishiguro tiene dos mundos, el japonés y el inglés. Entremezcla la lentitud y condensación japonesa, con la psicología y misterio vistos propios de la prosa inglesa. Oriente y Occidente son dos hermanos mellizos que se alimentan uno al otro. Esto se refleja en las novelas más características de este autor galardonado con el Premio Booker, el Whitbread y finalmente, el Nobel de Literatura. Sus obras más destacadas son Pálida luz en las colinas (1982), Un artista del mundo flotante (1986), Los restos del día (1989), Nunca me abandones (2005) y El gigante enterrado (2016). Ha musicalizado películas y elaborado guiones. 

4. Louise Glück – Nobel 2020 - Estados Unidos, 22 de abril de 1943
Nacida en Nueva York, esta poeta vino al mundo en plena Segunda Guerra Mundial. Tiene estirpe de húngaros-judíos que se establecieron en Estados Unidos a la caza de sueños y mejores oportunidades. Louise creció en Long Island y completó sus estudios en la Universidad de Columbia. En el año 1993 recibirá el Premio Pulitzer por su poderoso Poemario El iris salvaje. En el año 2015 fue condecorada con la Medalla Nacional de Humanidades y en el 2020 con la Medalla Tranströmer. Su juventud estuvo marcada por momentos oscuros y difíciles. A los dieciséis años sufrió anorexia. Perdía peso y sentía que no tenía control sobre su cuerpo, como escribió en el ensayo Educación del poeta. El cuerpo de Louise se había convertido en una prisión; sin embargo, su fortaleza y amor a la vida y la literatura le permitieron vivir. Esta ganadora del Nobel nos permite descubrir una autora que innovó en la manera de narrar y de hacer poesía en tiempos de crisis mundial, y resulta un ejemplo viviente de cómo la literatura puede cambiarnos la vida.