Los líderes visionarios están aprendiendo que la satisfacción de las necesidades humanas de su personal, el cuidado ambiental y la responsabilidad social serán las claves para lograr aumentos de productividad y de creatividad en el futuro. Los valores que sostienen las organizaciones están afectando de manera creciente su habilidad de contratar a las mejores personas y vender sus productos.

En los planes estratégicos se encuentran frases como: "Uno de nuestros valores fundamentales es el COMPROMISO, que significa para nosotros ética y profesionalismo, interés por la problemática social de nuestro entorno, disposición de servicio..." pero ¿qué pasa en realidad al interior de la empresa?  Lo más común es que estas frases se queden en el papel como letra muerta que no se aplica, el servicio es pésimo, las entregas no se cumplen en los períodos establecidos, la fábrica está contaminando el arroyo vecino, etc. Es triste saber que muchas de las empresas quiebran sin saber que poseían una fuerza interior capaz de pensar, crear, transformar y decidir. Olvidaron que tenían todo el potencial y las cualidades de auténticos seres humanos, centrados en valores y en una búsqueda por una convivencia productiva.

La ética es la pregunta que nos hacemos acerca de que hacer para permanecer juntos y no hacernos daño. Lo que nos lleva a trabajar sobre nuestra condición humana, para desde allí, comprender o conocer lo que nos hace daño y lo que nos hace bien. Tarea solo posible si salimos de explicaciones subjetivas, individuales, aisladas, egocéntricas y acogemos una mirada más cosmogónica, holística. La ética nos inquieta sobre el cómo vivir y el cómo debemos ser y hacer y esto sólo puede ser comprendido si consideramos al hombre en su relación con la totalidad. Somos ciudadanos del mundo e incluso del cosmos.
Es procurarse una identidad universal como especie, como humanidad, al incluir el poder subyacente de la mente para construir la convivencia y así sobrevivir: superando los aspectos de una identidad social que nos diferencia, para llegar a una identidad universal, como especie, como huma La pregunta a resolver es: ¿Cómo hacemos para que las condiciones de la organización, entre ellas, su clima, su estructura, sus procesos, hagan más fácil a la gente practicar los valores que poseen?

En el contexto del mundo actual y viviendo las situaciones que nos tocó enfrentar sin estar preparados, es evidente la necesidad de repensarnos desde una perspectiva diferente, donde esa “resiliencia” de la que tanto se habla, se convierta en acciones novedosas generadoras de futuro, basadas en sostenibilidades, pero fundamentalmente constructoras de una Ética determinante de esas mismas acciones.

La pregunta por resolver es: ¿Cómo hacemos para que las condiciones de la organización, entre ellas, su clima, su estructura, sus procesos, promuevan y faciliten un liderazgo centrado en la promoción de un ser humano comprometido con valores universales?

Adela Cortina nos recuerda que: “la ética sirve para apostar por una vida feliz, por una vida buena, que integra, como un sobreentendido, las exigencias de la justicia y abre camino a la esperanza”. Cuando los valores están alineados con el desempeño, las personas que laboran en una compañía presentan actitudes como:

•           Compromiso con el logro de la calidad y satisfacción del cliente
•           Sentido de pertenencia y responsabilidad en sus acciones 
•           Saben que su opinión es escuchada 
•           Observan una conexión directa entre su labor y los objetivos de la compañía.
•           Comprenden su naturaleza humana como frágil y necesitada de ser cuidada
•           Que nuestra tarea es el logro de la convivencia que incluye a todos.

Al proponer este diplomado, como camino por construir, los estamos invitando a trabajar por organizaciones que ponen como base para cumplir con su razón de ser, el principio de que los seres humanos requerimos cuidarnos entre todos, cooperar para vencer el interés particular y aprender a degustar lo que es valioso: Nuestra sostenibilidad como especie.